03 junio 2019

Killing Eve: segunda temporada. Por qué SÍ verla.

Sinceramente no entiendo las barbaridades que he leído sobre la segunda temporada de esta serie. Se ha hecho con ella una sangría injustificada y sin sentido. Ojo si sigues leyendo, pues la entrada estará repleta de spoilers.




Después de la pedazo de escena final de la primera temporada que nos regaló Phoebe Waller-Bridge y los de BBC américa, apuñalamiento pasional entre sábanas incluido, HBO España ya ha terminado de subir los 8 capítulos de los que se compone esta segunda temporada del show. Después de tanto tiempo, me volvió esa nostalgia al volver a ver en la pantalla a Sandra Oh y recordar la época dorada de "Anatomía de Grey". Nada que ver. No he visto nada más de ella desde entonces, si alguien que lea esto me recomienda algún trabajo de su filmografía, por favor agradecería el comentario.




Lo que más me ha encantado de esta tanda de capítulos es la vuelta de tortilla que se le da al argumento, además de la manera que te mantiene enganchado al romance bizarro de Eve Polanski y Villanelle. Si durante la primera temporada se nos presentaba a nuestra protagonista rubia como la gran psicópata infantil de la relación, vemos cómo queda eclipsada por su compañera en casi todos los sentidos durante la segunda. Tenemos a una Eve impulsiva, obsesiva y fuerte. Una Eve que consigue todo lo que se propone sin importar los medios, que se deja llevar por sus emociones. Implacable y dedicada a su trabajo, y que tiene claro que no se va librar (ni quiere) de su rusa favorita. No sin antes, por supuesto, aliviar la excitación que le provoca toda esa situación con su nuevo compañero becario y salido Hugo (Edward Bluemel), y revivir un poco la llama con su marido infundándole miedo.





Y es que Oksana se luce en la facilidad que tiene de convertir el asesinato en un mensaje  deliberado. Me chocó muchísimo cómo se nos presenta el asesinato de su joven compañero de habitación hospitalaria, en un acto que baila entre la compasión (nuestro amigo no para de dar causas de su desgracia) y la crueldad, desde el mismo primer capítulo. Diría que sólo estaría superada por el espectáculo que nos monta en el barrio rojo de Amsterdam, colgando a uno de sus encargos por los pies y destripándolo cual cerdo en un matadero, ante la inocente mirada de unos turistas que creen que forma parte de algún tipo de obra macabra patrocinada por Zara y Tarantino.




Vemos a una Oksana que en ciertos aspectos decae. Se muere de celos al no ser el centro de atención de su amor platónico y al enterarse de que la han sustituido por una aburrida asesina sin gracia. La vemos cayendo muy bajo en un antro, consumiendo drogas y perdiendo el control en los baños con una niñata estúpida que casi pierde la vida con su insolencia, pero que en los últimos compases de la temporada se sale con la suya y recupera las riendas de su camino y sus intereses.






Matar a alguien te cambia la vida, pero no siempre en el sentido que quisieras. Después de manipular a Eve para que le pegara un par de buenos hachazos a la persona encargada de su propia muerte, nuestra rubia rusa tuvo su propia visión de futuro y pensaba que ya nada se podría interponer en su obsesión enfermiza. Eve polanstri nos revela así que no es para nada igual que Villanelle. Entra en shock y no comparte la misma visión, y acaba tirada en el suelo con un tiro, saltando a los créditos y venga, aguántate hasta el año que viene. Me encantó el final, similar al de la primera temporada, con una de nuestras protagonistas herida gravemente por la otra.